A Vancouver en Bicicleta: Re-encuentro con mi hermano Kenji.

Tijuana, BC, México Marzo 2016

Dicen que lo más difícil de viajar en bicicleta por tanto tiempo en el extranjero es dejar a tus amigos y familia. Dicen que extrañas los momentos con ellos y que los hechas mucho de menos. En mi caso no ha sido así, lo que más he extrañado de todo ha sido la comida mexicana original y en segundo lugar a la familia y a los amigos que deje para hacer esta locura. Si uno se pone a pensar objetivamente, a los amigos y a la familia se extraña cada vez que te acuerdas de ellos pero a la comida.. pues todos los días y en el caso de un ciclista viajero…casi todo el tiempo.

Estábamos a menos de 630 km de ver a mi hermano de otra mamá (como dicen mis amigos de USA brother from another mother) y mi emoción era bastante grande. Primero porqué Kenji me iba a cocinar unos chiles rellenos y la otra por que iba a re-econtrarme con la que había sido mi familia en Guadalajara, Jalisco, México. Habían pasado 6 años desde que había visto a Kenji, su mama Tana y su esposa, también mi hermana, Paty. Durante esos 6 años había pasado mucho, Kenji y Paty se habían casado y del producto de su amor había nacido mi sobrino, el pequeño y adorable Kin. Como Kin apenas tenía dos meses Tana también estaba en Vancouver para ayudarlos. Así que a Annika y a mí nos esperaba un gran re-encuentro familiar.

Para llegar con ellos tuvimos que pedalear durante 9 días. Cada día me desesperaba un poco más por llegar. Un error que cometí ya que creo que pude haberle sacado más provecho al camino y apreciar mas el trayecto.

El primer día que salimos de Revelstoke llegamos a un lago donde decidimos acampar. Cuando te metes a tu casa de acampar a veces se te olvida donde estas durmiendo, sobre todo si llegas de tarde noche y no logras ver con luz los alrededores donde situaste tu casa de acampar. Recuerdo que la siguiente mañana que me desperté son ganas de hacer pipí. Así que me salí de mi saco de dormir, abrí la casa de acampar y al destapar la segunda cubierta de nuestra casa casi se me sale la pipí de la belleza que ví. Que más se puede pedir verdad, te despiertas con una vista hermosa y vas al baño con la misma vista.

Mara Lake

Al tercer día nos topamos a Claudia y Peter, una pareja, ella de Rusia y el de Austria que pedaleaban en una tándem hacía Brasil. Ellos era muy buenos en conseguir un lugar donde dormir cada noche. Y esa noche los esperaban Tom y Sandra, unos warmshowers muy amables. Tan amables que hasta nos ofrecieron quedarnos con ellos dos noches sin haber enviado una solicitud. Les hice de desayunar unos chilaquiles con lo que tenía y así les pagamos su gesto amable. El día extra que nos quedamos con ellos los acompañamos a la feria del pueblo. Había un show de perros pastores y lo mejor una carrera de carrozas acarreadas por caballos miniatura. Había exhibiciones de vegetales enormes, concursos de belleza para gallos, vacas, caballos, gallinas, borregos y chivas. La vida en la granja, eh!

Nos despedimos de ellos y seguimos nuestro viaje. Aquél tramo en British Colombia, Canada había ido bastante suave. Pueblos pintorescos que vendían frutas de la temporada. Pasamos por Peachtown o Pueblo Durazno y Summerland o Tierra de Verano, cada uno con muelles que daban a un lago, cafés, restaurantes y bares que le daban vida a las 4 calles que hacían el pueblo. Si habría una manera de describir estos lugares sería que se parecían a pueblos semejantes a las portadas de los juguetes de Playmobile, todo limpio y lindos.

Como era un época de vacaciones los campamentos estaban llenos. Pero eso ya lo sabíamos, habíamos agarrado la maña de pedalear entre los espacios de camping y preguntarle a las personas que ya tenían espacio si nos compartían un lugar. Los canadienses son muy amables y no fue problema encontrar ese lugar. Así fue como conocimos a Kim y Kei una pareja de Vancouver que decidió pasar el fin de semana acampando cerca de los viñedos. Cada día elegían un viñedo y pedaleaban hasta ahí. Sus vacaciones se escuchaban bien, pedaleo, vino, vista y naturaleza. Pero me advirtió Kim, si tomas mucho vino no subas muy rápido, yo lo hice y pues grite Gooolll sin portería adelante de mi, si sabes a lo que me refiero. Esa noche nos compartieron de su vino y de un curry vegetariano que habían hecho.

Kim y Kei

Seguimos con nuestro pedaleo. Casi todo el tiempo veíamos agua, ya sea en forma de río , laguna, lago o arroyo. Yo creo que por eso Canada es tan hermoso, por la presencia basta de agua, de hecho es el país con más agua en el mundo. Todas las calles tenían un descanso bastante grande, hasta se podría suponer que lo habían hecho para que las bicis pasaran por ahí.

Rodeados de Agua

La lluvia se había alejado de nosotros por varios días. El sol salía y nos acercábamos cada vez más a Vancouver y a Kenji. Ya que el tiempo se veía favorable decidimos tomar una ruta de bicicleta llamada KVR trail, camino sin pavimentar, entre la naturaleza para medios no motorizados. Nos encantó pero no fue la mejor opción para nuestras bicis. Había tramos muy difíciles de pedalear debido a las condiciones del camino y que la cuesta en general apuntaba hacia arriba. Entre árboles y riachuelos vimos venados y aves. Acampamos en un lugar asignado para acampar gratuito, no fue el lugar más cómodo pero si el más tranquilo.

EL KVC – Kettle Valley Railtrail

La Naturaleza es bella

Venados en el Camino

Al siguiente día nos paso algo muy extraño. Se nos poncho una llanta, de hecho se reventó y ahí fue cuando me di cuenta que había perdido nuestro bomba para inflar. Nos metimos en problemas, hasta que llegaron otros ciclistas. Y mientras cambiábamos la llanta se nos aceraron dos bandidas con pistola. Así es bandidas como las películas del viejo oeste, nos dijeron que nos teníamos que mover de ahí ya que iban a hacer una representación de una toma de un tren con caballo y bandidos montándolos. No fueron nada amables, nos corrieron y nos enojamos. No podíamos creer que no entendieran el problema en el que estábamos sumergidos. Total unos ciclistas nos ayudaron no sin antes de escuchar el pancho que nos hizo un par de señores montados en sus caballos con pañuelo y pistolas de salva. Surreal pero posible en el país del maple. Esa acción nos hizo decidir tomar el camino pavimentado y disfrutar de la bajada de la subida que tanto nos había costado subir.

Los Bandidos

A Vancouver en Bicicleta 

Estábamos muy cerca ya, en mi imaginación olía los chiles rellenos. Aquél día nos paso lo que hace mucho tiempo no nos había pasado, no encontrábamos donde dormir. El problema radicaba en que no me quería quedar en la montaña, había muchas señales de osos y en realidad había muy pocos lugares donde poner la casa de acampar. Annika vio un lobo salvaje ese día, yo me lo perdí. Seguimos bajando y no veíamos nada. Curvas hermosas, una vista nivel Canada, verde, asombrosa y bella pero sin un hueco para dos ciclistas. Seguimos bajando y el nervio ya empezaba a cosquillear. Con el sol totalmente desaparecido pero aún con sus rayos iluminando de azul el camino, encontramos un lugar horrible pero práctico, justo a lado de la carretera. Lo peor de dormir ahí es que las luces de los carros y sus ruidos no te dejan dormir del todo bien, pero ya estábamos cansados y hartos de pedalear, habíamos hecho 112 km en un periodo de 8 hrs.

El día siguiente nos toco planito, hermoso y corto. Llegamos al oasis de los ciclo viajeros en Canada, la casa de Hilary y Peter, otras dos personas increíbles tan increíbles que voy a hablar de ellos en otro escrito que publicaré aquí. Su casa esta acondicionada para recibir a los ciclo viajeros como si fuera un hostal gratis, increíble. Nos quedamos con ellos dos noches y una de ellas les hice de comer, fue un verdadero placer. Nos dijeron que de todos los 50 ciclo viajeros que habían pasado esa temporada sólo nosotros les habíamos cocinado, nos sentimos super bien después de haber escuchado eso.

A Vancouver en Bicicleta 

Partimos y tan sólo nos quedaban menos de 150 km para llegar con Kenji. Creímos que lo haríamos en un día pero no contamos con algo que ya sabíamos que sucede cuando entras a ciudades grandes, el tráfico mortal. Cincuenta km antes de llegar a Vancouver ya había poblados mucho más grandes y altos en las calles. Quisimos llegar ese día pero la tarde se acercaba y no lo íbamos a hacer. Era tarde y nuevamente nos enfrentábamos con el problema, donde vamos a dormir hoy en la noche?

Por fortuna acabamos en un parque semi privado, un lugar donde incluso vivían osos. El lugar se llamaba Riebolt Park, un parque que un botanista protegió y ahora queda a cargo de Buck y su esposa Sharon. Hablaré más de eso en otra entrada, pero ellos nos rescataron y hasta nos hicieron de desayunar.

Finalmente al siguiente día llegamos con Kenji! Lo hicimos, estábamos por fin juntos Kenji, Paty, Tana, Kin, Annika y yo.

Nos quedamos 10 días con ellos, casi todo el tiempo trabajando en nuestro blog y saliendo en las noches a ver la ciudad. Vancouver esta lleno de parques y de cervezas artesanales y pues eso hicimos, pic nics y cerveza. Kenji me hizo los chiles rellenos y más, quesadillas, mole y otras deliciosidades. Jugamos con Kin lo más que pudimos y vivimos Vancouver como si hubiésemos sido locales. Hasta fuimos a una fiesta local del grupo de Kenji llamado Bear Mountain. Son muy buenos pueden ver éste video que grabaron en un parque nacional en Canada. 

Me sentía muy bien, se sentía como el primer paso en casa. Para eso sólo faltaban otros 3,000 km. Tijuana here I come!